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Etapas del desarrollo: Autocontrol

El autocontrol es algo que los niños aprenden con el tiempo (incluso los adultos tienen a veces dificultades para controlarse). Sólo necesitas ver a un bebé de 9 meses lanzando alegremente comida por todas partes para saber que los bebés no tienen mucho dominio de sí mismos ¡y no esperamos que lo tengan!

Pero poco después del primer cumpleaños de tu hijo empezarás a exigirle más, esperarás que te haga más caso y que, al menos, trate de hacer lo que le pides.

Para su tercer cumpleaños, insistirás en que siga todo tipo de reglas, desde no agarrar galletas del tarro a no golpear ni morder a sus amigos. Aún así, digamos que el dominio de sí mismo es una de las áreas en las que el desarrollo puede ser constante, pero terriblemente lento.

12 a 18 meses El autocontrol comienza cuando los niños empiezan a cooperar más. Es decir, ahora están más conscientes de lo que esperan sus padres de ellos y pueden obedecer voluntariamente las cosas que se les pide que hagan (al menos a veces).

Sin embargo, como tu niño de 1 año tiene la necesidad de afirmar su independencia, también podría desafiar tus deseos. Prueba a pedirle que no grite en la tienda y verás que existen las mismas probabilidades de que te obedezca y de que te ignore: durante esta etapa, a veces le cuesta parar cuando empieza a hacer ruido. Aunque sepa que te está molestando.

Es mejor mantenerte ecuánime y ser realista en cuanto a lo que esperas de él: es decir, si ves que va a hacer un berrinche, es mejor que salgas de la tienda.

19 a 24 meses La capacidad de autocontrol de tu hijo está mejorando mucho. Varios estudios demuestran que la capacidad para resistir tentaciones (como esperar a que todos estén sentados para abrir un regalo) mejora considerablemente durante estos meses.

Puedes empezar a esperar que tu pequeño no salga corriendo hacia la calle mientras te detienes a cerrar la puerta con llave, o que no toque una estufa caliente o el control remoto cuando le digas que no lo haga.

Aunque aún puede que tengas que seguir una prohibición con una acción (por ejemplo, quizás debas poner el control remoto fuera de su alcance después de decirle que no puede tocarlo) ahora los recordatorios verbales son más eficaces de lo que eran antes.

Sin embargo, ten presente que le será más fácil esperar para comenzar una actividad agradable que dejar de hacerla una vez esté absorto en ella. Por eso es buena idea avisarle con tiempo antes de pedirle que interrumpa una actividad placentera. Por ejemplo, puedes decirle que se irán del parque “dentro de cinco minutos”.

Aunque aún no tiene un sentido muy claro del tiempo, al menos sabrá lo que viene a continuación, y ese aviso previo puede marcar la diferencia entre una pataleta o irse de manera apacible.

Ésta es también la edad a la que los niños se pelean mucho porque no quieren compartir. En un momento dado tu hijo está jugando tranquilamente junto a un amigo, y al siguiente lo está pateando o mordiendo, todo porque ambos quieren la misma pala.

Hasta que tu hijo pueda expresarse lo suficientemente bien como para decirles a otros qué es lo que le está molestando, lo expresará a veces físicamente, repartiendo golpes.

La experta en desarrollo infantil Nina Lief, autora de The First Three Years of Life (Los tres primeros años de vida), dice que los niños a esta edad se encuentran en el dilema de hacer lo que sus padres les dicen (“No muerdas”) y dar rienda suelta a sus impulsos. Entonces se llenan de frustración y responden con mordiscos, patadas y berrinches.

25 a 30 meses Como las habilidades verbales de tu pequeño están mejorando, también tiene un mayor dominio de sí mismo. El lenguaje es muy útil en este sentido; ahora puede expresar sus deseos sin necesidad de cumplirlos de inmediato.

Los niños también pueden utilizar el lenguaje para dirigir su propio comportamiento. Podrías escuchar a tu hijo de 2 años decirse a sí mismo “Ten cuidado” una y otra vez al subir las escaleras. A esta edad, puedes aprovechar el deseo de tu hijo de ser “grande” y competente. Si alabas la conducta madura (“¡Muy bien! ¡Guardaste los bloques solito!”) lo motivarás muchísimo.

Puedes distraer a tu hijo de un comportamiento perjudicial y canalizar su energía hacia algo productivo dándole una tarea que hacer. Por ejemplo, cuando esté a punto de vaciar el cajón de los cubiertos tirándolos al suelo, podrías pedirle que mejor ponga una cuchara en el lugar de cada quien en la mesa; si tira su abrigo al piso, tal vez le guste más colgarlo en “su gancho especial”.

Si vas a corregirlo, concéntrate en el comportamiento, en lugar de en reñirlo a él por ser “un niño malo”: “En la casa hablamos bajito, no gritamos”. Explícale por qué no te gusta lo que está haciendo (“Cuando me gritas así me duelen los oídos”).

31 a 36 meses Cognitivamente, los niños a esta edad están desarrollando su sentido del futuro y la habilidad para prever. Esto significa que esperar su turno o compartir un juguete empiezan a tener sentido para tu pequeño al darse cuenta de que en el futuro tendrá su oportunidad de acostar a la muñeca o manejar el camión de bomberos. Pero tal vez todavía tengas que recordarle que pronto llegará su turno para que pueda soportar lo que le parece una espera interminable.

También está empezando a desarrollar poco a poco la empatía, lo que le permite sopesar sus propios deseos y los de otra persona. Tal vez no siempre haga lo adecuado (su hermanita podría llorar porque no la deja subirse al triciclo, y él nota que ella está molesta, pero aun así no la deja hacerlo porque él quiere dar otra vuelta). Pero al menos está empezando a moderar sus propios impulsos tomando en cuenta los sentimientos de otros.

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